Hace mucho que no escribo. Supongo que no tenia nada que contar. He estado llevando el ritmo de vida de siempre, nada fuera de lo común: Pasarlo bien, estar con los amigos, salir, estudiar (o intentarlo), ensayar...
Llevo un tiempo pensando que no hacen falta escenas o escenarios extraordinarios para estar contento en el día a día.
Llevaba unos años "a lo loco", con miles de anécdotas graciosas, interesantes, extravagantes o divertidas. Todo esto hacia que todo pasara más deprisa y muy intensamente. Pero, de repente, se paró en seco. Me dejaron de pasar cosas interesantes (o al menos eso creía).
Entonces, hace unos días, mientras divagaba en la inopia más recóndita de mi propio universo (paralelo al que todos conocemos y vivimos), que sí tengo una vida que merece la pena, un día a día del que no me puedo quejar y, aunque no completamente, feliz.
Me estoy esforzando al máximo de mi capacidad (sí, lo sé, con poco tiempo, como siempre) para sacarme todas las asignaturas que pueda, y por fin entrar en la universidad a estudiar psicología.
A la vez, estoy participando en un concurso de canto del que estoy sacando el máximo provecho y, cada vez más, perfilando y mejorando mis habilidades musicales y escénicas (exacto, ya no parece que me hayan metido una escoba por el ...ejem... cuando estoy encima del escenario); y quien sabe, quizás se me abran algunas puertas en este mundillo, cosa que me haría sentirme más que realizado, y a la par exprimirme al máximo para dar lo mejor de mi mismo.
Debo añadir también que estoy conociendo a personas muy interesantes, con las que me siento muy cómodo y muy tranquilo, y con las que espero poder compartir muchas más experiencias, conversaciones importantes y risas, sobretodo risas.
Y aunque aun así todavía hay algunas cosas que anhelo, si sigo por este camino, estoy seguro de que llegarán.
Todas estas pequeñas, aunque no tan pequeñas, cosas, me han hecho pensar en la vida como si fuera una planta, que tenemos que cuidar para que crezca sana y fuerte, y que, por mucho que se tuerza, pierda fuerza, vitalidad o color, abonando de la forma adecuada, regando, bañándola de sol y teniendo paciencia, vuelve a erguirse y a continuar creciendo.
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